El mecanismo siempre suele funcionar del mismo modo: hay un
hipócrita que crea un chisme para que el chismoso lo difunda y el ingenuo lo
crea sin resistencia. La epidemia de los rumores solo termina cuando por fin,
llega al oído de la persona inteligente, a ese corazón vacunado que ni atiende
ni responde a lo que no tiene sentido.
En un libro publicado en 1947 por el psicólogo social Gordon
Allport titulado «La psicología de los rumores» se nos explica algo realmente
curioso: los chismes sirven a diversos grupos de personas para cohesionarse
entre sí y posicionarse frente a alguien. A su vez, estas conductas les son
placenteras, liberan endorfinas y logran combatir el estrés.
La lengua no tiene huesos y, sin embargo, es lo bastante
fuerte para hacer daño y envenenar a través de chismes y rumores. Un virus
letal que solo se aplaca cuando llega a oídos de la persona inteligente.
El chisme se convierte en muchos casos en un mecanismo de
control social que otorga cierto poder a quien lo practica. Se posiciona en el
centro de atención de ese grupo de personas receptivas siempre a cualquier
chisme, a cualquier información sesgada,
con la cual, salir de sus rutinas y
aprovechar ese estímulo nuevo a modo de distracción.
La psicología del chisme y de los rumores está de plena
actualidad. Pensemos, por ejemplo, lo rápido que llega a «contagiarse» un rumor
fundado o infundado en el mundo de las redes sociales. Internet es ya como un
auténtico cerebro donde los datos campan como neuronas interconectadas para
nutrirnos con una información que no siempre es verdadera ni es respetuosa con
los demás.
Por su parte, los expertos en márketing y en publicidad
siempre suelen poner como ejemplo del «chisme fatal e implacable» el caso del
refresco «Tropical Fantasy». Sacado al mercado en 1990 obtuvo un éxito casi
inmediato en Estados Unidos, hasta que de pronto, surgió un rumor tan aterrador
como absurdo.
Se decía que estos refrescos baratos habían sido creados por
el Ku Klux Klan para un fin muy concreto. Su bajo coste permitía que gran parte
de la población afroamericana de bajos recursos tuviera acceso a ella. En su
fórmula, se escondía a su vez un oscuro propósito: dañar la calidad del semen
de los afroamericanos para que no pudieran tener más hijos.
Nadie sabe por qué o quién encendió la llama de este rumor,
pero el impacto fue desastroso. La marca «Tropical Fantasy» tardó años en
recuperarse, hasta el punto de que aún a día de hoy, no se olvidan de incluir
en sus imágenes publicitarias a personas de raza negra disfrutando del refresco.
No importaba lo delirante que fuera el chisme en sí, lo
infundado o lo malicioso, porque logró atacar la sensibilidad de un colectivo
que desde entonces ha desarrollado una resistencia al consumo de ese producto,
solamente en base a un rumor infundado. Aun sabiendo que no era cierto, la
impronta emocional perdura. Este es el claro ejemplo de uno de los chismes que
más eco han dejado.
Hola Ana.. Muy interesante tu entrada .. Los rumores, las falsedades, los chismes, son todo ello armas de esta sociedad, bueno como explicas lo ha sido siempre. Recuerdo aquella frase “Si no hablan de ti, no eres nadie.” parece que lo dice todo..
ResponderEliminarSchopenhauer decia.. “La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia.”
Un abrazo..
De pequeños jugabamos al "Telegrama" en circulo nos decíamos una cosa al oído y la íbamos pasando de unos a otros, al final repetimos en voz alta lo que nos habian dicho y nada se parecía a la realidad. Así son los chismes, se propagan y cada uno lo cuenta a su manera. Muy buena tu entrada, no sabia nada de esos refrescos. Un abrazo
ResponderEliminar¡Cuanto daño pueden hacer los chismes y las habladurías! Siempre lo han hecho pero ahora con Internet la cosa es mucho más grave, se difunde en poquísimo tiempo y puede llegar muy lejos.Hay que tener mucho cuidado con lo que se dice. Un beso, Ana.
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