
El señor Kasumaka le dijo a su esposa Nanako.- "Me van a regalar un perro".
-¿Otro?, ya tenemos bastante con un perro, ¿para qué quieres otro? ¿para que se peleen?, nada de más perros.
El señor Kasumaka no dijo nada al comentario de su esposa.
A los quince días de aquel breve dialogo, el señor Kasumaka se presento en su casa con una bolita de pelo negro. Era el cachorro del que había hablado a su esposa.
Era un precioso cachorro con un mes de vida. La raza era pastor alemán. La señora Kasumaka, se quedo prendada de él en el mismo momento que lo vio. Enseguida lo preparo todo, para que el animalito estuviese cómodo y sufriera lo menos posible la separación de su madre.
Ya no se hablo más del tema, si era conveniente tener otro perro o no, solo que el perrito se quedo en la casa. Lo alimentaron y cuidaron, y sobre todo le dieron cariño y lo quisieron.
El cachorro creció, pero era un animalito tan bueno y pacifico, que la señora Nanako lo adoraba. Ella sabía como eran los cachorros de dos o tres meses. El otro perro grande que tenían, cuando era de esa edad, ya había masticado las patas del sofá, de las sillas, tacones de los zapatos, gafas... en fin, había destrozado una cantidad de cosas increíbles.
Pero éste perro era diferente: bueno, obediente, limpio, inteligente, encantador...
Con el otro perro mayor se llevaba de maravilla, no se peleaban y siempre lo acompañaba, a donde iba el grande iba el pequeño, (pequeño en edad, pero no en cuerpo). Lo que más les gustaba a éstos dos perros era cazar gatos. Gato que se pasaba al jardín, gato cazado era. Por más que se les regañara no había forma de hacerles desistir.
Los perros permanecieron juntos durante ocho años. Un día el perro grande se le termino la vida, ya tenía catorce años. Una semanas antes del triste acontecimiento, los Kasumaka llevaron otro cachorro para que el perro pequeño, ahora el grande, no se quedase solo y así poder jugar con el cachorro y no echase en falta al que había sido su compañero durante tanto tiempo.
El perro se quedó muy triste y ya no volvió a ser el mismo. Con el cachorro no jugaba. Tardo meses en recuperar las ganas de comer y de estar un poco más alegre. Misaka Kasumaka, trajo otro segundo cachorro, esta vez era una hembra de la misma raza, con la esperanza, de que con esta perrita si jugase y se le fuera la tristeza.
Cuando habían pasado veinte meses, los señores Kamasuka se ausentaron por un día, olvidando cerrar la puerta que daba al huerto. El huerto estaba vallado, pero la valla no estaba cogida a la tierra. Los perros salieron, escarbaron por debajo de la valla y se escaparon. Los dos perros pequeños no se alejaron del lugar. Pero el perro grande, si que se fue. No supieron nunca jamás de él.
Nanako Kasumaka lloro la ausencia de su perro querido. Todos los días pensaba en él, cuando se levantaba lo primero que hacía era ir a mirar a ver si el perro había vuelto y estaba en la puerta. Durante el día, miraba y miraba a lo lejos, siempre con la esperanza de verlo venir.
Pasaron dos años, tres meses y once días para que llegara a sus vidas una cosita chiquitita de pelo negro. Era un gato.
En casa de los Kamasuka nunca habían tenido un gato. Los gatos no les gustaban.
La señora Nanako, cuando llegó el gatito por debajo de la valla, (por el mismo sitio que el perro se había ido) lo primero que hizo fue darle de beber leche y asegurarle un sitio donde dormir fuera de peligro de los otros perros.
Al día siguiente, Misaka dijo:" Nada de gatos, ve pensando dónde lo llevas, que el gato no se queda".
A los quince días, el gato seguía en la casa y fue cuando Nanako Kasumaka se dio cuenta de que desde que el gato había llegado a su vida ya no había vuelto a pensar en el perro desparecido.
El gato, conquisto a la familia Kamasuka, no solo a la señora Nanako, que fue desde el primer momento de verlo sino al señor Misaka, que tanto protestó al principio.
Al observar al gato, pudieron comprobar su comportamiento, idéntico al del perro

que se fue.
Hasta el veterinario les dijo:"Este gato tiene comportamiento perruno".
Nanako Kasukama, no podía estar más convencida de que su querido perro, estaba ahora en su casa en forma de
gato.