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lunes, 28 de septiembre de 2015

UN YOGUI TÁNTRICO


  Era un yogui abstinente que había aprendido a canalizar todas sus energías sexuales hacia el desarrollo espiritual. Vivía en una casita a las afueras del pueblo y era frecuentemente requerido por devotos que le reclamaban instrucción mística. Cierto día, un grupo de buscadores lo visitaron y le expusieron la siguiente cuestión:
-Maestro, nos preguntamos cómo puedes asumir tan fácilmente tu soledad, cómo no echas de menos a una mujer que te acompañe y te sirva de apoyo y consuelo.

-Nunca estoy solo, os lo aseguro -repuso el yogui-. Yo soy hombre y mujer. He logrado unificar en mí ambas polaridades y jamás podré ya sentirme solo. Me siento pleno y siempre acompañado. Cuando, por ejemplo, barro mi casa o tiendo mi lienzo, soy mujer; pero cuando cargo grandes pesos o corto leña, soy hombre. Según la tarea que lleve a cabo, me siento hombre o mujer, pero en verdad no soy ni lo uno ni lo otro, porque soy ambos a la vez.

6 comentarios:

  1. Bonito cuento, gracias por compartir.
    Un beso.

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  2. Muchas veces somos las dos cosas, pero no me había dado cuenta. Muchas gracias.

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  3. Dentro de nuestra esencia esta la dualidad y por lo tanto tenemos esa doble luz de hombre y mujer, por lo que no hay carencia sino falta de conexión.
    Besos

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  4. Hola Ana... que diferencia hay, solo la fuerza, el resto es lo mismo, sentimos lo mismo, gozamos y sufrimos lo mismo...
    Un abrazo....

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  5. Hermoso cuento que nos deja una gran reflexión. Gracias por compartirlo.
    Te dejé un premio en mi blog.
    Besitos.

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  6. Ana:
    Pase a visitarte y desearte que esta semana disfrutes plenamente a los que amas

    Cariños

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