Un hombre muy sencillo y analfabeto, llamó a las puertas de
un monasterio. Tenía deseos verdaderos de purificarse y hallar un sentido a la
existencia. Pidió que le aceptasen como novicio, pero los monjes pensaron que
el hombre tan simple e iletrado que no podría entender las más básicas
escrituras ni efectuar los más elementales estudios. Como lo vieron muy interesado por permanecer en el
monasterio, le dijeron que podía quedarse,
que sería el encargado de barrer el monasterio, a cambio tendría comida y alojamiento.
Pasado unos meses, los monjes empezaron a observar un cambio
en la actitud del hombre. Se le veía muy
tranquilo y relajado, mantenía una
sonrisa constante en sus labios, todo él emanaba paz. Los monjes al hablar con
él, se dieron cuenta de su gran evolución espiritual y una excepcional pureza
de corazón. Extrañados, le preguntaron si estaba siguiendo algún método o
practica especiales, pero el hombre, muy sencillamente repuso.
Arduo trabajo el que nos propone, esta bonita historía.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo, que el pensamiento y la actitud en la vida,
es muy importante para aligerar la mochila, que nos ha tocado llevar,
en nuestro transitar por la vida.
Cierto es, que lo sabemos y no lo aplicamos.
Un beso.
cuantos necesitarian barrerse !!!!!!!!!!
ResponderEliminarCariños
Lindo conto! Gostei muito!
ResponderEliminarUm abraço.
Élys.
Luzdemar, a mi particularmente me encanta esta lectura, la leo muy a menudo. Un abrazo
ResponderEliminarAbuela Ciber, llevas razón que hay que barrer mucho. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Élys, a mi también me gusta mucho este cuento. Un abrazo
ResponderEliminarYa lo creo, si cada uno barremos nuestra parcela nunca habrá basura en ella. Besicos
ResponderEliminar