El árbol es un ser vivo, lleno de luz y energía. Esa luz que
emanan, esa energía la podemos sentir cuando nos acercamos a ellos, al estar
debajo de sus pompas entramos en sintonía con esa energía y sentimos como fluye, notando nuestra
sensación de bienestar, tranquilidad, serenidad….
La energía que proviene de los árboles, al igual que la nuestra,
es invisible al ojo físico, es lo que llamamos el aura, sólo se siente sensitivamente.
Cuando caminamos entre los árboles en un parque o un bosque,
podemos llegar a sentir la energía que desprenden. Los celtas creían que cada
árbol poseía un espíritu sabio y que sus rostros podían verse en la corteza de
sus troncos y sus voces escucharse en el sonido de las hojas moviéndose con el
viento.
Desde la antigüedad ya se sabe que cada árbol alberga un
espíritu que le confiere una fuerza determinada, una energía que le da un poder
positivo y exclusivo, según al género o variedad que pertenezca.
Podemos buscar la fuerza del árbol para mitigar el dolor de
una enfermedad, para superar las preocupaciones o simplemente para conseguir
alcanzar nuestro propio equilibrio.
Buda se iluminó bajo
una higuera. Jesús estuvo en el monte de los olivos. A los cátaros les gustaban
las acacias. Los Druidas preferían la fuerza masculina del roble para usar su
sabiduría. Los jóvenes enamorados buscaban el tilo para confiar sus intimidades
amorosas porque representaba el vigor de Venus. De cualquier modo existen
diferentes clases de árboles y es un ejercicio interesante conocer las
diferentes energías que fluyen a través de ellos. Una buena forma de hacerlo es
abrazándolos.
Hola Ana. Es verdad que los arboles desprenden energía,no hay nada
ResponderEliminarmejor que un día en el campo rodeados de arboles,que contentos
regresamos a casa.Y si observamos tranquilamente sus hojas,cuando son
mecidas por el viento, parece como si nos estuvieran mirando y
quisieran comunicarse con nosotros.Un abrazo