Alguna vez en nuestra vida hemos
pensado en dos cruces de caminos, paralelos entre sí, y diferente dirección.
Uno te lleva por sendas de sueños e ilusiones, de deseos del corazón…Otro por el cerebro…Por una mente pensante y reflexiva en los cambios.
Los dos caminos dejan huella, los dos son perfectos para caminar.
Nacemos con una esencia que no debíamos perder, pues ella es la brújula que debiera dirigir nuestro ser.
Caminar por el sendero del corazón, nos lleva a querer encontrar la perfección, hacer realidad nuestras ilusiones, corregir nuestros defectos y a querer ser mejores personas.
De alguna manera, esa sería la
esencia, no perder la inocencia de la niñez de ayer, y que en la madurez,
interiormente te sientas igual, no tiene porque perderse por el paso del
tiempo...
Aquí es realmente donde la madurez influye, te hace sopesar los dos caminos.La mente piensa en un mundo mejor, en libertad y en que una persona puede cambiar su vida. De pequeños, nuestros padres, la sociedad y el medio ambiente influyen en nuestros pensamientos y en la forma de ver la vida.
Pero cuando tomamos conciencia de las cosas y no nos gusta nuestra vida, podemos retroceder y cambiar de camino.
Hay personas que nunca usan ni retoman su esencia, se quedan con el pensamiento de querer hacer esto o aquello, pero de ahí no pasan.
Hay que escoger el camino de la ilusión, el pensamiento unido al corazón, te lleva a sumergirte en un mundo más ligero y de grandes esperanzas.
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