Cuando Confucio viajaba entre los distintos reinos para
difundir sus enseñanzas, un día vio a dos cazadores discutiendo acaloradamente.
Les preguntó qué sucedía, y descubrió que estaban discutiendo sobre un simple
problema de aritmética.
El cazador de estatura más baja decía que tres veces ocho
era igual a veinticuatro, pero el cazador más alto decía que era veintitrés.
Ambas partes insistían en que tenían razón y casi se iban a los golpes.
Finalmente, al estar Confucio presente, decidieron que un hombre sabio fuera el
juez y que el ganador obtuviera toda la caza del perdedor.
Para Confucio las personas realmente sabias que conocen la
verdad son capaces de no discutir ni competir con otros e incluso soportar
insultos sin ira o angustia
Los dos cazadores de inmediato pidieron a Confucio ser el
juez. Confucio le dijo al cazador más bajo que entregue toda su caza al cazador
más alto porque era el perdedor. El cazador alto tomó su recompensa y se fue
con felicidad.
Por supuesto, el otro cazador no estaba satisfecho sobre el
resultado e increpó con enojo a Confucio, “Tres veces ocho es veinticuatro.
Incluso un niño pequeño lo sabe. ¿Usted es un sabio y cree que es veintitrés?
¡Usted es un farsante!”.
Sonriendo, Confucio contestó: “Tienes razón en que tres
veces ocho es igual a veinticuatro, esa es la verdad y ni siquiera los niños
pequeños pelearían por esto. Si conoces la verdad y la mantienes, ya es
suficientemente bueno. ¿Por qué discutes con alguien tan tonto sobre algo tan
simple? Déjalo ir, puede que él haya ganado algo hoy, pero será tonto para
siempre. Tú has perdido tu caza, pero has aprendido una buena lección”.
Es mejor dar marcha atrás un poco y mantenerse calmo y en
paz. Porque la verdad es como el oro que está enterrado en la suciedad,
brillará espléndidamente tarde o temprano
Al escuchar las sabias palabras de Confucio, el cazador no
hacía más que asentir con su cabeza en silencio una y otra vez.
Vemos que no hay necesidad de discutir sobre la verdad, ya
que, frente a la verdad, las mentiras siempre se desintegran. Por esa razón, no
es necesario discutir cuando se nos ha mal interpretado o culpado. Porque la
verdad es como el oro que está enterrado en la suciedad, brillará
espléndidamente tarde o temprano.
Cierto es que una mentira puede hacer mucho daño, se dice que tiene las patas muy cortas. Solo hay que tener paciencia y saber esperar, porque la verdad siempre sale a la luz.
ResponderEliminarUn beso.
Buena explicación pero sorprende que el que gana tenga que perder sus piezas para demostrar que es mas listo. Discutir contra el necio es una perdida de tiempo pero en este caso tambien de su caza. Un abrazo
ResponderEliminarLa sabiduría siempre tiene soluciones para los pequeños y grandes problemas..
ResponderEliminarPero como hay quien pueda decir que ocho por tres sean veintitrés!!..jeje.
Un abrazo..
Hay veces que hay que perder para ganar,pero siempre cede quien tiene la razón
ResponderEliminarCuando la ignorancia habla, el sabio calla
Ojalá sea cierto y lo veamos. Un beso.
ResponderEliminarLa verdad ¡EXCELENTE!!!!
ResponderEliminarABRAZOS
Genial!!Yo también leí que la verdad nos hará libres y nunca mejor dicho.
ResponderEliminarTengo por costumbre no justificar mi verdad.SI me creen ,bien, si no ,allá ellos con sus conciencias.
Gracias de nuevo por traernos sentimientos tan buenos
Besucos
Gó