MIEDO AL RECHAZO

A menudo nos decimos que no nos importa la opinión de los demás, que nos basta con confiar en nosotros mismos y con hacer lo que deseamos, independientemente del  dictamen o aceptación que recibamos de las otras personas.

Pero sin embargo, esta idea no es del todo cierta. Todos construimos nuestra identidad basándonos y utilizando las impresiones que recibimos de los demás. Por tanto, la manera en que somos vistos, lo queramos o no, nos influye y nos moldea.

Sentirnos integrados, aceptados, queridos… es una sensación esencial, casi tan importante como puede ser la necesidad de comer o dormir. Es un alimento para nuestra propia estima. Por eso cuando ese alimento falta, las persona nos sentimos mucho más vulnerables y se empobrece nuestra autoestima.

Cuando nos cierran una puerta o se censura algún aspecto de nuestra persona, a nivel emocional es como si nos volviéramos de nuevo pequeños, como niños reprendidos.

La reacción que tenemos puede ser de rebelión o enfado, como manera de negar esa realidad, o bien de aislamiento, para intentar protegernos y tomar distancia de esos juicios. Otra salida, que muchas personas tienen, es buscar la aprobación de los demás y procurar amoldarse continuamente a lo quieren.

En el fondo el miedo al rechazo es el miedo al ser, a mostrarnos  ante los demás tal y como somos.  Superarlo requiere vivir con más naturalidad y sencillez.