Pu Tai reía y reía como si ése fuera el secreto que la tormenta quería revelarle.
La risa no tardó en hacerlo entrar en calor.
No venía de ninguna parte y no tenía pensado dirigirse a ningún sitio en particular.
El mundo entero era su familia.
No tenía nada más deberes que caminar y, a partir de ahora, sonreír y reír a carcajadas.
El Buda sonriente o de la risa, conocido como Pu Tai en China y como Hotei en Japón, fue un monje vagabundo que vivió a mediados del siglo X y de quien se cuenta que alcanzó la iluminación debajo de un puente un día de tormenta y lluvia, tras oír retumbar un trueno.
Conocido también como el vagabundo del saco de tela, Pu Tai recorría las aldeas y los pueblos de China recordando las virtudes de la risa y el buen humor a todos los que se encontraba.
Pues si, yo voy a ver si tomo más ejemplo y me río más (que no es igual que sonreir).
ResponderEliminarBuena semana
Hola Ana. Vamos a ver, tras el susto del trueno, no le quedo otra, sino reírse a carcajadas, que es la mejor elección que pudo tomar, la otra menos buena ante una situación así es, la de llorar.Hay que imitar a este Buda, porque la risa nos proporciona mejores consecuencias que el llanto. Un beso.
ResponderEliminarMuy interesante, hay que reírse mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD