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lunes, 16 de diciembre de 2019

NO PRECIPITARSE



La impulsividad afecta la calidad de las relaciones interpersonales y nos lleva a ser más erráticos en acciones y decisiones. Frente a este fenómeno, es importante cultivar el arte de no precipitarse, para que finalmente nuestra conducta premie nuestros intereses.
La primera dificultad con la que nos encontramos al hablar de este tema es cierta confusión en torno a la impulsividad. Hay quienes piensan que no precipitarse es una señal de extrema rigurosidad o de falta de espontaneidad.
Es cierto que no es bueno ni sano «medir» todas y cada una de las conductas que llevamos a cabo.
El problema aparece cuando nos enfrentamos a situaciones que exigen el uso pleno de la razón. Decisiones o acciones que podrían tener múltiples consecuencias negativas si no se sopesan con cuidado. Es ahí donde cobra importancia el arte de no precipitarse. Muchos de los grandes errores surgen precisamente por un impulso.
En principio, lo adecuado es no precipitarse en las situaciones que implican un posible daño para nosotros mismos o para los demás.
Se puede decir que toda situación en la que esté involucrado un sentimiento demasiado intenso se debe abordar con cuidado.
Se requiere de un mínimo margen de serenidad para tomar la decisión de decir o hacer algo que pueda tener consecuencias.


4 comentarios:

  1. Si pudiéramos frenar impulsos todo iría mejor, las cosas pensadas acan bien o por lo menos no muy mal. Estoy aprendiendo a no decidir al momento. Abrazos

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  2. Ese es el problema que tenemos muchos, que nos precipitamos antes de tiempo. Antes lo hacía más, era más impulsiva, con los años me voy sosegando. ¡Algo bueno tenía que tener cumplir años! Un abrazo.

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  3. Gracias por los buenos consejos que me das.

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  4. Hola Ana.. Ciertas palabras, pero que difícil es el auto-control en ciertas ocasiones de la vida..
    Un abrazo.

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