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lunes, 6 de noviembre de 2017

LA PARÁBOLA DE LA FLECHA ENVENENADA


Buda, al igual que grandes maestros como Pitágoras, Sócrates o Lao-Tse enseñó fundamentalmente una filosofía práctica, orientada a liberar al ser humano de la ignorancia y el sufrimiento (que es la consecuencia de la ignorancia). Estos grandes sabios coinciden también en que es baladí intentar definir aquello que es infinito, inefable e inconmensurable, puesto que cualquier cosa que digamos sobre lo Absoluto será solamente una proyección condicionada de nuestra mente (definir es profanar). A veces es mejor ocuparse de cosas más sencillas: un camino de mil kilómetros empieza por un solo paso, como dice el Tao.

Hubo una vez un hombre que fue herido por una flecha envenenada. Sus familiares y amigos le querían procurar un médico, pero el hombre enfermo se negaba, diciendo que antes quería saber el nombre del hombre que lo había herido, la casta a la que pertenecía y su lugar de origen. Quería saber también si este hombre era alto, fuerte, tenía la tez clara u oscura y también requería saber con qué tipo de arco le había disparado, y si la cuerda del arco estaba hecha de bambú, de cáñamo o de seda. Decía que quería saber si la pluma de la flecha provenía de un halcón, de un buitre o de un pavo real... Y preguntándose si el arco que había sido usado para dispararle era un arco común, uno curvo o uno de adelfa y todo tipo de información similar, el hombre murió sin saber las respuestas.

Esta es básicamente la parábola, si bien a veces es relatada con algunos más detalles, la esencia es esta. Evidentemente la actitud del hombre herido es absurda y podríamos pensar que es de una necedad inaudita, pero Buda nos diría que a la mayoría de nosotros nos está pasando algo muy similar pero no nos damos cuenta. De alguna manera todos estamos heridos con esa flecha envenenada -todos estamos muriendo- y hacemos preguntas irrelevantes (por más que sean fascinantes), y le damos importancia a cosas que solamente nos desvían de nuestra realidad. Todos tenemos la oportunidad de salvarnos de esta herida -si abandonamos nuestra importancia personal- pero pocos los hacemos. Hay muchas cosas que son innecesarias --la verdadera espiritualidad consiste más en eliminar las cosas que son innecesarias que en penetrar construcciones metafísicas y obtener deslumbrantes conceptos filosóficos.

El budismo toma la posición de que cuando un hombre se da cuenta que está viviendo de manera incorrecta, es su obligación moral rectificar su carácter, y si no hace esto debe cosechar sus errores. Es completamente imposible para un ser humano romper las reglas de su especie y evitar el sufrimiento. Así que debe de decidir cuánto está dispuesto a sufrir, cuánto tiempo está dispuesto a ser infeliz y a vivir sin seguridad como resultado de su ignorancia o falta de valentía.

5 comentarios:

  1. Hola Ana.. la verdad es que hace tiempo ya que leo tus explicaciones sobre la vida y la mente y siempre me sorprendes con una gran claridad de tus exposiciones, fielmente complementadas con ejemplos atendibles..
    Te felicito,, Un abrazo..

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  2. Hola Ana, gracias por tanta luz......siempre es necesaria...
    Pasa buen día, besos de agua..

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  3. Debe ser la actitud que debemos tomar, pero la ambición y el poder, nos ha desviado del camino de la felicidad, que es humana y terrenal. Un abrazo. carlos

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