Suele decirse que la mejor defensa es un buen ataque. Esta
frase es muy común en los ambientes deportivos pero se puede llevar también a
las relaciones personales.
Un marido le comenta a su esposa:
-Qué buena te ha salido hoy la comida. A lo que ella
replica:
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué normalmente no cocino bien? Él enfadado, responde:
-Ni siquiera es posible hablar contigo.
Cada persona se defiende con sus mejores armas ante las
presuntas ofensas del contrincante. E incluso observaciones aparentemente
amables pueden hacer saltar la chispa si se interpretan como ataques a la
integridad personal.
Pero, ¿por qué aparece esta necesidad exagerada de
defendernos? Y ¿qué consecuencias se derivan de esta actitud? Este instinto de
conservación, que lleva a una persona a marcar su propio territorio, es el
responsable en gran parte de los malentendidos y conflictos con los demás.
Un famoso monje tibetano decía que así como las serpientes
muerden a pesar de ser la mayoría inofensivas, las personas atacan cuando se
sienten amenazadas por alguien. No es que la serpiente sea esencialmente mala,
sino que por temor o ignorancia puede llagar a herir de forma instintiva.
Tras la necesidad exagerada de defenderse se esconde una
persona que se siente débil o insegura,
aunque su apariencia refleje todo lo contrario.
Estar a la defensiva significa reaccionar en el presente por
cargas del pasado y anticipando una amenaza futura. Por tanto no es extraño que
genere tanta confusión y malentendidos.
Para desactivar esta actitud será necesario que aprendamos a comunicarnos de
una manera más franca y clara. Con mayor confianza en nosotros mismos y
manteniendo con los demás una relación abierta y confiada, en la que el otro se
considere más nuestro aliado que un enemigo.
La comunicación nos ayuda a crecer, nos nutre y nos permite experimentarnos en la relación con el otro. Y al tiempo, si no tomamos conciencia de los personajes o máscaras con las que vamos por la vida, con los programas mentales fijos y rigidos, la mayoría aprendidos o heredados ;-P, pues lo que hace es alejarnos de nosotros mismos en un primer lugar y de los otros...
ResponderEliminarGracias por la reflexión. Namasté
Hola Ana. Es difícil desactivar la actitud de las personas que siempre están a la defensiva, porque no se dan cuenta del problema que tienen, no se puede ir por la vida desconfiando de todos y con la escopeta cargada siempre. Esta manera de comportarse, solo les traerá mucha soledad, ya que es imposible dialogar con ellos. Un abrazo.
ResponderEliminarPudiera decirse que pecan de desconfianza. Puede ser que relajarse un poco y pensar antes de hablar pudiera ayudar a contestar de manera relajada, como si fueramoss dueños de la situación independientemente de que la persona que nos habla nos inspire confianza o no.
ResponderEliminarSaludos.
Estoy de acuerdo con tus razonamientos, la mayoría de las veces la inseguridad hace reaccionar atacando en lugar de escuchar o centrarse en lo que se esta haciendo para ganar la seguridad que falta.
ResponderEliminarEn cualquier caso, un poquito mas de paciencia no viene mal a nadie.
Un gusto leer estas reflexiones.
Saludos.
Gracias por aportarme vuestros puntos de vista con los comentarios. Para mi es un verdadero placer que paseís por este blog. Un abrazo de corazón
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo con este texto tan sabio. A veces cuando nos ponemos a la defensiva porque estamos enfadadas contra el mundo, ante un comentario sin maldad alguna, mordemos.
ResponderEliminarSería bueno, replantearnos nuestra actitud, y en que fallamos nosotras también.
Un excelente texto.
Un beso y feliz inicio de semana Ana, preciosa.
^____Pili_____^
Dear Ann:) Your post was very interesting! It's something that is so common in real life. It happens a lot of times and I recognize it in myself. Have a nice day! xx
ResponderEliminarGracias Pili por dejar tus comentarios, un abrazo.
ResponderEliminarRenate Thanks for your comment, hug