¿Quiénes, no hemos observado las formas que nos dan las
nubes? Creo que todos hemos jugado a adivinar que figuras nos mostraban las
nubes con sus perfiles, un elefante, un caballo, un sabio…, es fascinante, los
niños lo saben bien, ellos tienen una mirada nueva para todo lo cotidiano.
Al salir a la calle no nos de vergüenza y miremos al cielo.
Lo tenemos tan a la vista, a menudo no reparamos en su belleza efímera, en su poesía,
no hay nada más fascinador. Así que, a
buscar esas figuras que nos brindan las nubes con sus originales formas, volviendo
a tener la ilusión, imaginación y
alegría de un niño. (La edad no importa).
Ese cielo cambiante, que está ahí saludándonos todos los
días, que nos regala el aire del cual vivimos, el agua fecundadora de la
lluvia, la luz que nos ilumina y nos da calor, el horizonte que nos proporciona
perspectiva, ese cielo puede ser muy inspirador y hacer que nuestra imaginación
crezca.
El cielo es el lugar que hemos poblado de ángeles, dioses y
héroes. Lo que la tierra tiene de gravedad y corporalidad, el cielo lo tiene de
ligereza y de espiritualidad. La tierra nos enraíza, el firmamento es la puerta
de lo infinito.