Un elogio puede suponer toda una inyección de confianza y
motivación, para la persona que lo recibe. Mediante él se ofrece a alguien una
imagen más positiva de sí mismo que quizás no era capaz de percibir. Para ello
es muy importante que la persona que da esa distinción lo haga con absoluta
sinceridad y la que lo recibe se crea merecedora de ella.
A menudo en las escuelas, en las familias, en las
relaciones, incluso en las terapias… existe la tendencia a centrarse en lo
negativo. Los fallos de otros o de uno mismo se detectan fácilmente y se
destacan por encima de lo demás. Los padres recordamos una y otra vez a
nuestros hijos lo que no hacen bien, la pareja nos repite lo que no le gusta de
nosotros, el profesor subraya en rojo los errores que se han cometido… Esto es
una forma, pero existe otra posibilidad quizá menos recorrida que consiste en
prestar atención a las capacidades y cualidades de cada persona, destacarlo y
decírselo. Cuando nos sentimos valorados ponemos empeño en que eso sea así y
funciona.
El elogio forma parte de ese lado más amable de la realidad.
Es un gesto de valoración y reconocimiento. Implica no sólo mirar con el
cristal que nos permite ver el vaso medio lleno, sino también trasmitir y poner
en palabras los aderezos hallados.
Es verdad que de los errores se puede aprender mucho. Pero
aprender reforzados y apreciados en lo positivo en lo que sí funciona, lo que
sí nos gusta, es mucho más fácil.
El elogio es un ingrediente básico para mejorar nuestras
relaciones. Todos nos sentimos más cercanos y nos expresamos con mayor libertad
cuando estamos con personas que sabemos que nos aprecian y confían en nuestras
capacidades. Es muy importante escuchar lo que les decimos a los demás y la
manera de hablar que tenemos. Aprendamos a elogiar y no a criticar.
Hay que ver la dificultad que tienen algunas personas a la hora de hacer un elogio a alguien, con lo poco que cuesta hacerlo. Estoy de acuerdo que siempre se resalta lo que se hace mal, igual nos falta un poco de humildad o tenemos demasiada envidia y por eso nos resulta tan difícil alabar los cualidades positivas que tienen los otros. Un beso.
ResponderEliminarElogiar y alabar sin adular, es reconfortante y es de ida y vuelta porque lo es para quien escucha y para quien habla, Abrazos
ResponderEliminarSobretodo hay que sér franco y sincero cuando elogies o digas un cumplido.Decir algo falso a una persona es una manera rápida de arruinar una relación, y la mayoría de la gente puede percibir la falta de franqueza.
ResponderEliminarSaludos, Ana.
En la vida en sí, hay que ir con franqueza y llevar la verdad por delante y sí es para elogiar, ahí sí que no hay otra manera, de lo contrario sería un engaño, no un elogio. Gracias chicos por dar una vueltecita por aquí y dejar vuestro comentario, un abrazo para Luzdemar, Ester y Londonnek.
ResponderEliminarAna... todo lo que dices es realmente cierto, los errores no se elogian nunca y como dices tu se subrayan siempre, que bonito post lo tomaré en cuenta :D besos
ResponderEliminarMostrar o lado bom, positivo com um elogio é sempre melhor.
ResponderEliminarAbraços.
Pero hay veces que el elogio lo utilizan solo para que te lo creas...
ResponderEliminarYo no soy de elogiar fácilmente. Ni me gusta que me elogien.
Besosss
Ayuda a subir la estima en uno mismo y no cuesta nada, sin falsedades, claro.
ResponderEliminarUn poco de humildad viene tan bien..
Un post para reflexionar
Un abrazo
Todo con medida como el alcohol. Elogio en su justa medida y ya, es todo.
ResponderEliminarUn saludo Ana
Excelente trabajo Ana. Es muy cierto esa costumbre de, y me refiero a los hijos, señalar, por su bien, lo que "no están haciendo bien". De nuevo valoro que palabras acertadas nos recuerden lo importante que es la valoración de lo que sí se hace bien. Y que es mucho. De hecho más que lo corregible.
ResponderEliminarUn abrazo.