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martes, 18 de diciembre de 2012

17 PRINCIPIOS



Serenidad: Sé tranquilo en tu interior. Deja que esa paz y esa alegría interior irradien a través de un semblante sereno. Un semblante sereno es pacífico, sonriente y serio y no muestra ninguna emoción violenta. Es como la superficie de un lago en calma.
Regularidad: Sé regular en tus hábitos diarios, en tus prácticas espirituales y en tu trabajo. Levántate siempre a la misma hora. Sé puntual en tus actividades. Eso te liberará de preocupaciones y ansiedades. Harás siempre lo correcto en su justo momento.
Sinceridad: Deja que tus palabras coincidan con tus pensamientos. Deja que tus acciones coincidan con tus palabras. Deja que haya armonía entre tus pensamientos, palabras y acciones.
Simplicidad: Sé natural. Habla con sencillez. No enredes las palabras ni los tópicos. Sé llano. Evita la diplomacia, el disimulo y la sinuosidad. Viste con sencillez. Come con sencillez. Hazte como un niño.
Veracidad: Sé veraz. Cumple tus promesas. No exageres. No cambies los hechos. Piensa dos veces antes de hablar. Habla dulcemente. Sé preciso en lo que dices.
Ausencia de Vanidad: No alardees de tu nacimiento, posición, cualidades o logros espirituales. Recuerda la naturaleza ligera de todas las cosas. Elogia a otros. Trata incluso a la más pequeña de las criaturas como a tu igual.
No Irritabilidad: La irritabilidad es precursora de violentas explosiones de cólera. Vigila las alteraciones del equilibrio mental. Observa las pequeñas olas de cólera que riegan el lago de tu mente. No permitas que adquieran grandes proporciones. Entonces alcanzarás un estado de no irritabilidad, de paz y amor.
Ecuanimidad: Ten calma. Soporta pacientemente el insulto, la injuria, el sufrimiento, el fracaso y la falta de respeto. No te llenes de soberbia y orgullo con la alabanza, el éxito y los honores. En ambas situaciones mantén una actitud equilibrada. Obra igual con los amigos y con los enemigos. No dejes nunca que nada perturbe tu paz interior.
Fijeza: Recuerda que una mente inconstante no tiene posibilidad de alcanzar nada. Desecha tu discriminación. Elige tu propio ideal. Tenlo siempre presente. No dejes que tu mente se aparte de él ni un sólo momento.
Adaptabilidad: Comprende la naturaleza de las personas con quienes has de estar en contacto. Ajusta tu modo de ser y tu conducta hacia ellos, de tal manera que puedas agradarles. Soporta alegremente las excentricidades de otros. Reacciona siempre de modo armonioso. Sirve a todos y aprécialos.
Humildad: Sé humilde, respeta a todos. No eleves el tono de voz delante de personas mayores o venerables. Todos te respetarán y te reverenciarán. No consideres a nadie como inferior a ti.
Integridad: Desarrolla una personalidad íntegra. Recoge todos los cabos sueltos de tu carácter. Hazte persona de elevados principios morales. Lleva una vida recta. Deja que emane de ti.
Nobleza: Huye de las bajezas de la mente como del veneno. Nunca consideres los defectos de otros. Aprecia sus buenas cualidades. Nunca te entregues a los malos pensamientos, palabras y acciones.
Magnanimidad: Considera a todas las cosas con una mente abierta. Ignora los defectos de otros. Sé noble y abierto en cuanto hagas. Evita las charlas inútiles y el palique. No dejes que tu mente permanezca en cosas pequeñas.
Caridad: Da, da y da. Irradia tus pensamientos de amor y de buena voluntad. Comparte lo que tienes con todos. Alimenta y viste a todos. Disemina el conocimiento espiritual. Utiliza los bienes materiales, el conocimiento y la sabiduría espiritual que poseas como un don divino.
Generosidad: Sé liberal cuando des. Ten un corazón amplio. No seas miserable. Deléitate con las alegrías de otros, y en hacer felices a otros. La generosidad es una virtud hermana de la caridad. Es la culminación de la caridad, la magnanimidad y la nobleza.
Pureza: Sé puro de corazón. Elimina la lujuria, la cólera, la avaricia y otras malas cualidades. Sé puro en tus pensamientos. No dejes que entren en tu mente malos pensamientos. Piensa en el bienestar de todos. Sé puro en tus palabras. Sé puro también con tu cuerpo. Mantenlo limpio. Mantén tus ropas y tus alrededores limpios. Observa las normas de higiene física, mental, moral y espiritual.

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