Un día de primeros de Agosto de mil ochocientos noventa y cinco. De madrugada con las primeras luces del alba, corría una sombra con un bulto en los brazos, que apretaba contra su pecho, se metía por calles y callejones, siempre mirando en todas direcciones para no ser descubierta. En unos de esos callejones con poca luz, aquella sombra se detuvo delante de una puerta, empujo dicha puerta y esta cedió, sigilosamente la sombra se adentro en un patio con dos puertas y en una de ellas acomodo lo que llevaba en sus brazos, y salió apresuradamente con tanto sigilo como entro.
Joaquina tenía por costumbre madrugar, aquella mañana se levanto y lo primero que hizo fue abrir la puerta de la cocina que daba al patio, al momento se percato que había un bulto de ropa en el suelo, se agacho para mirar, le pareció oír algo como un maullido abrió la ropa y allí estaba lo que ella ya habia empezado a sospechar, una linda criatura recien nacida. Joaquina la cogió en sus brazos, se la paso a la cocina se sento en una silla y miro a ver qué sexo tenía aquella criatura, era niña. Miro entre las ropas por si llevaba alguna cosa, como medallas, algun papel..., pero no, esta no traia nada.
Joaquina ya estaba acostumbrada a estos "regalos" que se encontraba casi siempre de madrugada, con esta niña ya eran cinco las criaturas que le habían dejado. Había criado a cuatro, tres varones y una hembra, pero ahora ya no tenía fuerzas para empezar de nuevo a criar.
Sólo hacía un mes que había enterrado al mayor de aquellos pósitos, un chico de veintitrés años que se había ahogado en un lavajo. Era tanta la pena que sentía, que ni siquiera tener en sus brazos una hermosa niña la alegraba por unos instantes.
Con la niña en sus brazos y antes de que sus hijos se despertasen, salió a la calle, a unos doscientos metros vivía su hermano Juan y su cuñada Josefa, ésta todavía le daba el pecho a su hija de dos años, a si que serviría para alimentar a la nueva criatura.
-¿Dónde vas tan temprano? Pregunto Juan.
-Mira lo que me han dejado. Abriendo la ropa mostro a la niña.
-¿Otro más?
-Sí, pero con éste no me quedo.
-¿Un chico?
-No, una niña.
-¡Josefa! ¡Sal! ¿Y qué vas hacer?
-La llevare al ayuntamiento.
-¡Oh! ¿Te han dejado otro?
-Sí, es una niña, venía a ver si le dabas de mamar.
-Sí, sí, claro que le doy.
Josefa tomo a la niña en brazos, se paso a la cocina se sento y se puso a amamantar a la criatura. Su hija mayor de catorce años entro en la habitación y al ver a su madre dando el pecho a un bebe pregunto.
-¿Es nuestra? ¿la has tenido tu mamá?
-No, se la han dejado a la tía Joaquina.
-¿Nos la vamos a quedar?
-¡No!, claro que no, nosotros ya os tenemos a vosotras tres.
-¡Qué bonita es!. Nos la podíamos quedar mamá.
La noticia corrió por el barrio, a mediodía vino a casa de Juan y Josefa, una vecina de la misma calle que no tenía hijos, queria que le diesen a la niña.
Juan dijo:
-¿Cómo la vas a alimentar?, tu no tienes pecho para darle.
-Bueno, si queréis vosotros la tenéis durante los cuatro años que el ayuntamiento da la paga de manutención y después ya me la quedo yo. Ahora como la Josefa le puede dar el pacho, es mejor para la niña.
Juan no hizo nungún comentario y Josefa dijo:
-Vale, en eso quedamos.
A la niña le pusieron Dolores, como la hija mayor de Juan y Josefa que fue la madrina. Como la niña no se iba a quedar con ellos.Para distinguirlas a la niña la llamaban Lola.
Lola se criaba sana y feliz, sus padres y hermanas la adoraban pues era una niña dicharachera y simpática.
La familia vivía en una aldea, donde Juan trabajaba como guarda montes. Todas las tardes salía Lola a esperar a su papá, a unos ochenta metros de la puerta principal de la casa.Una tarde Lola no estaba, a Juan que adoraba a la niña le dio un vuelco el corazón, una angustia se apodero de él, echo a correr hacía la casa.
-¡Josefa! ¡Josefa!
Al entrar en la casa vio a su esposa y a sus tres hijas mayores llorando.
-¿Qué pasa? ¿Dónde está Lola?
-Se la han llevado.
¿Quién?
-Hoy ha cumplido Lola cuatro años.
-¡Ah! no, eso sí que no. Ahora mismo te vas a por ella, si la hemos criado y cuidado durante cuatro años,
también podremos cuidarla el resto de nuestra vida.
Aquella noche en la aldea pocas personas durmieron.
A las cuatro de la madrugada ya tenía Juan, al burro aparejado.
-¡Venga!, mujer es de noche, pero el burro se sabe el camino y enseguida despuntara el alba, yo te acompaño hasta cruzar el monte.
Cuando los primeros rayos del sol estaban empezando a emerger, llegaba Josefa al pueblo. Faltando unos metros para llegar a la casa donde estaba la niña, Josefa la oyó llorar.
Lola al escuchar los pasos del burro.
-¡Mi mamá! ¡Mi mamá! ¡mamaaaá!
La mujer abrió el portón y llorando dijo:
-Lo sabía, lo sabía que no me la ibas a dar.
Josefa cojiendo a la niña en brazos le contesto.
-¿Lloras por una noche que la has tenido? ¿ Mira si la hubieses tenido cuatro años?
Lola volvió a su hogar donde la esperaban su papá y sus tres hermanas y donde recibio amor y cariño, durante toda su vida.
Precioso!!! Pero Juan "el Gato" era guarda de viñas en el Guijoso, no de montes , jajajaja. Un beset y sigue así!!
ResponderEliminarEstaba esperando tu comentario, me alegra que te haya gustado. Yo siempre pense que era guarda del monte. Besos
ResponderEliminarPrecioso. Yo recordaba una parte, la frase ultima... Pero habia detalles q no sabia.
ResponderEliminarUna bella historia contada con ternura. Sigue contando nuestra historia... Gracias