Bertha, una niña vivaz e inquieta, viaja junto a su mamá a la ciudad para cuidar a su abuelito durante una temporada.
La casa del abuelo la impresiona, es una casa grande, las habitaciones son amplias y los techos están muy altos.
La habitación de estar es muy sobria, (como el resto de la casa) Tiene una gran chimenea en frente de la puerta, a la derecha se sienta el abuelo en su gran silla con brazos, a la izquierda hay un aparador donde se guarda la vajilla, una mesa pagada a una pared y las sillas también estan pegadas y repartidas por las demás paredes. La sala está iluminada por una enorme ventana que queda a la derecha de la puerta. A Bertha todo le parece muy grande, pues su casita es pequeña y tiene pocas habitaciones.
A parte de todo esto, la sala tiene algo que a Bertha le llama la atención y le encanta desde el primer momento, son unos cuadros colgados en las paredes. La niña se sube a las sillas para poder verlos de más cerca, contienen una gran variedad de frutas, uvas, manzanas, naranjas, peras, higos..., Bertha no se cansa de mirarlos, baja de una silla y sube a otra, estos cuadros la hipnotizan y le despiertan la pasión y vocación por la pintura, ella quiere pintar cuadros como los que tiene su abuelito.
Bertha sólo tiene seis años, pero esa inquietud y afición por la pintura, ya no la abandonaría jamás.
Qué bonito, tierno y entrañable. Besos.
ResponderEliminarUpp esta historia no la conocia yo o no la recordaba. Gracias por traerla al presente. Besines
ResponderEliminarUpp esta historia no la conocia yo o no la recordaba. Gracias por traerla al presente. Besines
ResponderEliminarUpp esta historia no la conocia yo o no la recordaba. Gracias por traerla al presente. Besines
ResponderEliminarUpp esta historia no la conocia yo o no la recordaba. Gracias por traerla al presente. Besines
ResponderEliminar