Un joven discípulo de Sócrates llega a casa de éste y le dice:
- Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...
- ¡Espera! –lo interrumpe Sócrates- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
- ¿Las tres rejas?
- Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
- No. Lo oí comentar a unos vecinos.
- Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?
- No, en realidad, no. Al contrario...
- ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
- A decir verdad, no.
- Entonces –dijo el sabio sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
Otra buena lección, la sabiduría de estos genios deberíamos revisarla mas a menudo. Abrazos
ResponderEliminarToda sabiduría es buena, lo que hace falta es aplicarla. Un abrazo
EliminarHola Ana.. La sabiduría y las rejas es una manera de aprender.
ResponderEliminarUn abrazo mañanero.
Lo de las rejas es muy bueno, lo que hace falta es aplicarla. Un abrazo
EliminarUna gran lección!!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si que es una gran lección. Un abrazo
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn magnifico proverbio, lo conocía pero siembre es un placer leerlo y reflexionar...
ResponderEliminarGracias, mi arma. Gracias Ana.
Besos.
Saludos Ana, gracias por esta sabia reflexión. Ojalá se aplicase siempre.
ResponderEliminarUn abrazo, deseándote salud y bienestar.