Meryl Streep, de nombre auténtico Mary Louise Streep, es la
hija mayor de Harry, ejecutivo farmacéutico, y de Mary Streep, artista. Tiene
dos hermanos menores llamados Harry y Dana.
Desde niña Meryl se sintió atraída por el mundo de la
actuación, apareciendo en producciones teatrales organizadas en el instituto.
Se instruyó en interpretación en el Vassar College y posteriormente amplió
estudios en el Darmouth College y en la Yale School of Drama, graduándose a
mediados de la década de los 70.
Trabajó durante varios años en el teatro, siendo nominada al
premio Tony por su interpretación en “27 Wagons Full Of Cotton”.
Tras un par de telefilms, Meryl logró debutar en el cine en
1977 con la película “Julia” (1977), un drama de Fred Zinnemann protagonizado
por Vanessa Redgrave y Jane Fonda. El éxito como actriz de Meryl avanzó con
paso firme durante la parte final de los años 70, al intervenir en títulos como
“El Cazador” (1978), film por el que fue nominada como mejor actriz secundaria,
o “Manhattan” (1979), película de Woody Allen en la que interpretó a su mujer.
Meryl Streep tiene uno de los matrimonios más sólidos de
Hollywood: desde 1978 está casada con el escultor Don Gummer. La pareja tiene
cuatro hijos.
Pero a este matrimonio Streep llegó marcada por una trágica
experiencia amorosa.
La actriz conoció al actor John Cazale, cuyo papel más
conocido fue el de Fredo Corleone en la saga de "El padrino",
mientras protagonizaban juntos la obra de teatro Measure for Measure. Era el
verano de 1976.
Pero el romance no duró mucho. Pocos meses después de que
ella se mudara al apartamento de Cazale en Manhattan, el actor fue
diagnosticado con un cáncer de pulmón en estado avanzado.
Unas semanas después de la muerte de Cazale, el hermano de
la actriz la ayudó a recoger sus cosas y trajo consigo a un amigo al que Streep
había visto una o dos veces, un escultor llamado Don Gummer que vivía unas
cuadras más allá.
En los años 70, y tras participar en El Padrino de Coppola,
Cazale era un actor de sobra conocido por haber ligado su nombre al de la saga
de los Corleone. Poco después, acudió a ver a su amigo Al Pacino a un rodaje.
“¿Sabes? He conocido a la mejor actriz de la historia. Trabajo con ella”, le
dijo entre toma y toma. Resulta que, durante el rodaje de Medida por medida, el
actor se había enamorado de la que más tarde sería la protagonista de Memorias
de África. Pacino ya se preguntó aquel día si la chica sería tan buena como
decía su amigo o simplemente se había enamorado de ella. Finalmente, resultó
ser las dos cosas.
Pese a que había una diferencia de edad de 14 años entre
ambos, Streep y Cazale eran uña y carne y se complementaban muy bien. Ella
nunca respondió al estereotipo de belleza hollywoodiense y él, poco agraciado y
calvo desde que era muy joven, tenía en
su nerviosa forma de interpretar su gran virtud. Medida por medida no fue
ningún éxito de taquilla pero encajaba a la perfección con el tipo de cine que
ambos querían hacer en el inicio de sus carreras: comprometido, de calidad y
alejado de la pompa y el glamour añejo de las películas de la generación
anterior. Compartiendo profesión, ambos
tenían una elevada imagen de sí mismos y de lo que querían conseguir. Tan bien
se llevaban que Meryl cogió sus bártulos y se fue a vivir al apartamento que
John tenía en Nueva York. Por entonces, eso les bastaba, ya que el cine
alimentaba su dinámica de pareja.
Uno de los proyectos más acariciados por ambos fue El
Cazador, de Michael Cimino, una vuelta de tuerca a la Guerra de Vietnam desde
el punto de vista de un grupo de amigos de la América rural. El reparto coral y
los personajes de ambos fueron un gran incentivo para participar en el rodaje
al lado de grandes como Robert De Niro o Christopher Walken. Sin embargo, a
Cazale le diagnosticaron un cáncer de pulmón que puso al estudio que producía
la cinta en alerta. El tumor estaba lo suficientemente avanzado como para hacer
que las aseguradoras que trabajan en ese tipo de producciones pusiesen el grito
en el cielo: en el caso de que Cazale muriese, habría que volver a rodar todas
sus secuencias y el coste sería desorbitado.
Ante las dudas, Streep fue la que acudió en ayuda de su
pareja. Fue a hablar con De Niro y él medió con los aseguradores de la cinta.
También convencieron a Cimino y los productores de que había que rodar todas
las secuencias en las que aparecía Cazale al principio de la filmación. Sin
embargo, lo más conmovedor de la historia fue ver a Streep tan joven y haciendo
frente a la decadencia física del hombre que amaba. “No he visto casi nadie tan
devoto a alguien que está muriendo", aseguraba Al Pacino en un documental reciente. "Verla
en ese acto de amor por ese hombre fue inconsolable. Lo más sorprendente era
ver que Meryl estuvo con él, a su lado, durante toda la enfermedad. Cuando vi a
esa chica allí con él pensé que eso es lo importante para mí. Por muy buena que
sea en su trabajo, es lo que veo cuando pienso en ella. Ese momento, eso es lo
que recuerdo”, añadió.
Así, el 12 de marzo de 1978, el actor que encerraba en sus
ojos una “profunda tristeza”, según dijo el director Sidney Lumet, fallecía con
tan sólo 42 años. Meryl había estado a su lado hasta el último aliento. Tanto
fue así que ni siquiera tenía valor para volver a poner un solo pie en el piso
del actor. Fue su hermano el que le dijo que se mudase al estudio de un amigo,
el escultor Don Gummer, mientras este estaba de vacaciones. La casualidad quiso
que Gummer se acabase convirtiendo en la nueva pareja de la actriz y que se
casasen en septiembre de ese mismo año.
El dolor que había sentido Meryl al ver morir al hombre que
quería acabó impulsando, paradójicamente, la felicidad de un hombre que sigue
siendo su pareja a día de hoy. Sin embargo, la protagonista de Los Puentes de
Madison nunca olvidó aquella prueba que el destino le puso en su camino siendo
aún muy joven. Tampoco a Cazale, del que dijo en un documental que era “distinto, no he conocido a nadie como él.
Destacaba en él su singularidad, su humanidad, y la curiosidad que le
despertaba la gente”. Una curiosidad que les llevó a vivir una historia breve y
trágica que, a buen seguro, ha alimentado muchas de las interpretaciones de la
que muchos consideran la mejor actriz viva; una mujer de carne y hueso que
canalizó el dolor y lo convirtió en arte.