El buen humor, así como el mal humor, se contagian. ¿Cuál de ellos vas a escoger?
Si estás de buen humor, las personas a tu alrededor también lo estarán y eso te dará más fuerza.
Así que lo mejor que puedes hacer es reírte. Ríete de la vida, ríete de los problemas, ríete de ti mismo.
La gente comienza a ser feliz cuando es capaz de reírse de sí misma. Ríete de las cosas buenas que te suceden. Ríete abiertamente para que todos se puedan contagiar de tu alegría. Ríete porque no vale la pena estar de mal humor.
"La risa es un verdadero desintoxicante moral capaz de curar o por lo menos atenuar la mayoría de nuestros males. Y además, no hay ningún peligro si se supera la dosis". William Fry, neurólogo estadounidense.
Aunque siempre se ha sabido que el sentido del humor influye en la recuperación de los enfermos, fue a partir de la década de los 70 cuando la risoterapia consiguió el empujón definitivo con el famoso caso de Norman Cousins: un importante ejecutivo de Nueva York, conocido crítico y editor de Saturday Review, a quien a los cincuenta años le fue diagnosticada espondilitis anquilosante (artritis espinal sumamente dolorosa) que lo dejó lisiado.
Los doctores no conocían la cura para la enfermedad y ante este panorama nada alentador Cousins cayó en depresión mayor, mientras más se deprimía peor era su estado y el dolor se hacía cada vez más intenso.
Los médicos le dijeron que un poquito de alegría le vendría bien, así que pidió varias películas cómicas y apenas comenzó a verlas y a reírse a carcajadas, se sintió mejor; así descubrió que por diez minutos de risa a mandíbula batiente lograba eliminar el dolor por dos horas, mientras más se reía mejor se sentía; además gracias a sus sesiones diarias de risa pudo conciliar otra vez el sueño”.